La Presencia de Terra Sigillata en Extremadura II

Volviendo a la fructífera estancia de Mayet en Mérida, debemos destacar uno de sus más controvertidos y polémicos trabajos acerca del supuesto origen emeritense de los alfareros LAPILLIUS y VALERIUS PATERNUS, pero ya pasados unos años tras la publicación de este trabajo, se debe considerar como razonables estos planteamientos: en principio se debe suponer que la abrumadora concentración de manufacturas firmadas por estos alfareros ya es lo suficientemente llamativa , y esta densidad presente en la cuenca media del Guadiana, permitió distinguir además otra serie decorada. Con la publicación de dos nuevos trabajos, Mayet parece contradecirse en sus primeras observaciones al retomar el papel económico de Mérida, retractándose en su teoría sobre la posible implicación de Mérida en la fabricación de TSH, y planteando ahora su función como centro de redistribución de productos hispanos.

Conocemos igualmente otra serie de aportaciones en lo se refiere a la TSH procedente de Mérida, donde se dan a conocer una serie de formas y marcas novedosas. De igual manera, hay que destacar otros trabajos dedicados a la variedad de terra sigillata clara o africana, en los que se pone de manifiesto la diversidad de productos presentes en Mérida, y que se muestran en la monografía de A. Vázquez de la Cueva.

Las primeras cerámicas que llegan a Mérida son, lógicamente de época augustea, la sigillata itálica fundamentalmente, que aparece en mayor número a partir del 10 a.C. y continúa presente hasta el final del período de Tiberio o Claudio, aunque no tenemos absoluta certeza para esta última fecha. También procedentes de talleres italianos, llegan desde estos primeros años las cerámicas llamadas de paredes finas, hasta que durante el primer cuarto del siglo I empiezan a ser sustituidas por otras de fabricación local. Las importaciones del sur de la Galia comenzaron en época de Tiberio, con los productos, principalmente de la Graufesenque, de sigillata sudgálica, que bajo Claudio y Nerón alcanzan su mayor volumen y que en el último cuarto del siglo I empiezan a aparecer muy raramente. También llegaron, aunque en menor número, cerámicas de los talleres del centro de la Galia como Montans. La escasez de las cerámicas galas a partir de la época flavia sin duda se debe a la expansión de la sigillata hispánica, que había comenzado a fabricarse en época de Claudio y se estaba extendiendo a todos los mercados de la Península, llegando a Mérida, sobre todo con los productos procedentes de talleres del norte, en especial Tritium Magallum, y en menor medida los del Sur, procedentes de Andújar. Y en este panorama, cuando ya se habían impuesto las sigillatas hispánicas, es cuando empiezan a hacer su aparición las sigillatas africanas.

Sin lugar a dudas, la presencia de terra sigillata es muy  importante en Augusta Emerita, pero en este estudio hay que tener presente otros lugares donde también existen hallazgos de ello como es el caso de la ciudad romana de Caparra  que va a tener una gran relación con la capital de la Lusitania puesto que parece claro que la llegada  a Cáparra de estas producciones se efectuó desde Augusta Emerita a partir del 12-10 a.C., en que se fechan las primeras formas itálicas halladas en la capital de la colonia, que se han más numerosas hacia el cambio de Era, para alcanzar su cenit en época de Tiberio, momento en el que empieza a disminuir para ser objeto de un comercio residual en época de Claudio.

En torno al 25 d.C., la llegada de producciones itálicas comienza decaer como consecuencia de los nuevos productos gálicos procedentes en su mayoría de la Graufesenque y en menor medida de la Montans, y el incremento del volumen del material importado parece demostrar la existencia de redes de mercado hasta cierto punto consolidadas, y además tanto en Augusta Emerita como en Conimbriga parece darse la misma pauta que en Caparra, lo que parece indicar una homogeneidad en el comportamiento dentro de la Lusitania. Casi toda la TSG hallada en Cáparra aparece asociada a áreas de vivienda y su presencia es un dato de valor para calibrar la entidad urbana de la ciudad antes de su declaración como municipium en época flavia.

Con la declaración de Caparra como municipium podemos constatar la presencia de dos circuitos comerciales claramente definidos: una red de mercado de ámbito peninsular y otra red por la que se reparten los productos de fabricación regional. La primera de estas redes está representada por la presencia de TSH procedente en su mayoría de Tritium Magallum, y por lo que respecta ya a la evolución de la ciudad en época tardía, el conjunto cerámico predominante es la TSH tardía, cuyo volumen resulta muy escaso en comparación con sus antecedentes clásicos, y donde se pueden constatar la existencia de dos grupos uno de los cuales está claramente vinculado a los alfares riojanos y el otro a talleres del Valle del Duero o de Clunia.

Finalmente, respecto a las producciones africanas, la fuerte presencia de hispánicas en los mercados lusitanos, provoca su ausencia en las primeras fases, estando tan solo representadas las producciones C y D. Por otro lado, aunque los materiales africanos son escasos en Cáparra, las prospecciones realizadas en el entorno de la ciudad han permitido documentar su presencia en los asentamientos rurales de manera masiva, hecho que resulta lógico si pensamos en un proceso de redistribución en el que Cáparra debió jugar un papel fundamental.

Fuente: Trabajo de Fin de Grado de Teodoro Fondón Ramos “Estado de la Cuestión de los estudios de Cerámica Romana en Extremadura”, 2014.

Documento OriginalLa Presencia de la Terra Sigillata en Extremadura II

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