Para todos es bien sabido, que la Dehesa Boyal de Arroyo de la Luz es un entorno natural inigualable que cuenta con una extensión total de 980 hectáreas sembrada de encinas y alcornoques; un auténtico mosaico de hábitats producto de la combinación de una peculiar geomorfología y su gestión agroforestal, generando de este modo diferentes fuentes de alimento y refugio para diversas especies de aves y mamíferos, así como una peculiar flora; todo ello bajo una especial gestión agroforestal que también comprende su explotación ganadera con el pastoreo extensivo de ganado vacuno y ovino, siendo algunas de sus ovejas razas autóctonas en peligro de extinción, como la oveja merina negra, la oveja merina precoz; y también la vaca blanca cacereña y los burros cordobeses. Además, es un espacio que se halla sembrado de diversos vestigios históricos, arqueológicos y etnográficos que bien le han hecho merecedora del título de “Primera Dehesa Cultural de Europa”.

Aparte del mencionado título, desde aproximadamente Octubre de 2020 todo el perímetro que engloba la Dehesa es considerada como Yacimiento Arqueológico con todo lo que en ello conlleva gracias al proyecto promovido por el Ayuntamiento de Arroyo de la Luz; y para ello se lleva a intervención arqueológica dirigida por mí, Teodoro Fondón Ramos, mediante prospección que tiene como objeto poner en práctica la legislación vigente en materia de patrimonio para detectar y prevenir cualquier afección sobre el patrimonio cultural y arqueológico de Extremadura[1], y, por ende, generar las medidas correctoras necesarias para la salvaguarda de dicho Patrimonio. En este caso, sería el llevar a cabo dichos trabajos de prospección con motivo de la puesta en valor histórico-artístico, arqueológico y etnográfico de la dehesa boyal de Arroyo de la Luz en Cáceres.

Fig. Plano de la Dehesa Boyal de Arroyo de la Luz. Dispersión de elementos documentados durante los trabajos de prospección arqueológica en 2020

Como es lógico en este tipo de intervenciones, se lleva a cabo una investigación previa a modo de antecedentes históricos y arqueológicos; en este caso, como director, solicité ayuda al cronista oficial de Arroyo de la Luz, D. Francisco Javier García Carrero quien, a través de su asesoramiento científico y sus publicaciones, resultó una gran ayuda a la hora de datar y crear un correcto contexto histórico y arqueológico de la zona, antes y después de la intervención ya que la zona resultó ser de una gran positividad dada la gran densidad de restos tanto de carácter arqueológico como etnográfico presentes en todo el territorio que ocupa la dehesa boyal de Arroyo de la Luz; y hemos de decir que los numerosos elementos documentados corroboran con creces los datos aportados por D. Francisco Javier García Carrero cuando decía que es difícil conocer con exactitud el origen de la población.

Desde el punto de vista histórico y arqueológico, es evidente que el origen de Arroyo como tal, es de origen medieval. No obstante, los restos documentados en la dehesa durante nuestros trabajos de prospección nos habla de una ocupación del territorio muchísimo anterior a la Edad Media; estimándose por lo menos desde por lo menos finales del Neolítico o inicios del Calcolítico (III Mileno a.C.) dada la presencia megalítica y de grabados rupestres en forma de cazoletas en la zona, si no anterior dada la gran presencia de restos arqueológicos reflejados en carta en los alrededores del pueblo, hasta tiempos bien recientes como delata la presencia de elementos etnográficos tales como chozos de horma “bohíos o bujíos” y otras construcciones.

Uno de los principales objetivos del proyecto era como bien dice su título “poner en valor” la dehesa arroyana y con ello poder atraer más turismo y hacer rutas que permitan la visita de los distintos elementos. Es bien sabido, que desde el ayuntamiento de Arroyo de la Luz y su Concejalía de Turismo se organizan en ocasiones distintas rutas a la dehesa para visitar principalmente elementos de carácter etnográfico como los bohíos o las zahurdas. Nosotros, desde hace tiempo visitamos a menudo este enclave natural y arqueológico siempre en bicicleta ruteando por los distintos caminos que en la dehesa existen y visitando muchos de estos elementos. En esta ocasión, para esta entrada del blog, os traemos tres elementos muy singulares presentes en la dehesa y que ya fueron puestos sobre carta gracias a la mencionada prospección con la protección legal que ello implica.

El primero de los bienes que visitamos en nuestra última visita a la Dehesa Boyal de Arroyo de la Luz son un conjunto de grabados rupestres, un enorme panel con más de 40 cazoletas en un solo bolo granítico, y que fueron descubiertos y puestos en la Carta Arqueológica de Extremadura gracias a la ya mencionada prospección dirigida por mí en 2020. Aunque la dehesa en su totalidad es yacimiento arqueológico, dentro de esta protección, el panel en concreto es también yacimiento por lo que según la legislación sobre Patrimonio Histórico y Arqueológico de Extremadura tiene una protección de 200 metros de cautela en los que no se puede intervenir de ninguna manera. No obstante, y de manera no intrusiva, volvimos al bien para visitarlo, fotografiarlo de nuevo y ver el estado en que se halla, encontrándose en un buen estado de conservación.

Pero… ¿Qué son las cazoletas? Se denomina cazoleta a un pequeño hueco artificial excavado en la superficie de algunas rocas, teniendo generalmente una sección semiesférica y planta circular (aunque también se encuentren de planta cuadrangular). Pueden encontrarse tanto aisladamente como, en el caso de la dehesa de Arroyo de la Luz, formando agrupaciones, con otras cazoletas o con otros grabados rupestres. Estas manifestaciones podríamos datarlas entre el Calcolítico y la Edad del Bronce; se trata de incisiones en la roca granítica, principalmente a los pies de los grandes batolitos; las cuales no han sido estudiadas adecuadamente para atribuirles un uso especifico, sino que existen diversas hipótesis sobre ello, se le suelen atribuir significados religiosos o incluso que podrían, ser concavidades para la metalurgia, para fundir los metales[2].

En concreto, el panel que hallamos en la dehesa arroyana, las cazoletas se disponen de forma irregular por toda la superficie plana de la roca en un número bastante elevado de ellas. Tenemos sobre ese mismo batolito como unas 45 unidades, muy pequeñas y deterioradas por la acción erosiva y que cuesta ver si la roca no está al sol o te acercas al batolito ya que solo se ven si te subes al mismo. Acerca de este tipo de grabados rupestres hay muchas elucubraciones, en esta ocasión en la dehesa de Arroyo de la Luz bien podrían haber estado señalando un lugar que tal vez tuviera un significado sagrado durante la prehistoria, y que dada la presencia de numerosos enterramientos mucho posteriores, ese carácter sacro se mantuviera a lo largo del tiempo una vez instalado en estas tierras el cristianismo[3].

Los otros dos bienes que visitamos dentro de la dehesa se catalogaron dentro de la prospección como bienes etnográficos. Estos bienes, según la legislación actual sobre patrimonio inmaterial y etnográfico también son considerados como yacimientos, pero a diferencia de los arqueológicos, los elementos etnográficos hoy en día tienen una protección de 100 metros de cautela a su alrededor en los que no se puede intervenir de ninguna manera. El primero de estos elementos etnográficos son las llamadas como “Corraladas de Adentro” por situarse en lo más profundo de la dehesa; éstas se hallan formadas por un chozo o bohío y dos zahúrdas, éstas muy rehabilitadas con cemento y hormigón contemporáneo En lo que se refiere al chozo se trata de una estructura con un alto mínimo de dos metros y un máximo de 3 metros, tiene planta circular con un diámetro aproximado de 7 metros. Sus paredes están encaladas tanto en su interior como en su exterior y cuya cubierta era de teja estando en la actualidad totalmente hundida dejando ver las vigas de madera que la sostuvieron un día. Anexo al chozo encontramos una estancia de cuadrangular que se usó claramente de cuadra, también se encontraba techado de ladrillo Este conjunto de chozo y cuadra están asociadas a dos grandes zahúrdas de grandes dimensiones con multitud de celdas para el ganado porcino.

Finalmente, visitamos otro de los enclaves más significativos de la dehesa y que gracias a la prospección hoy está en carta y protegido. Se trata de una cantera[4], y sin duda la más interesante de todas cuantas documentamos, pues además de los numerosos cortes en el batolito granítico para sacar bloques, esta cantera es particularmente especial ya que en ella se observa una rueda de molino inacabada por uno de sus lados. La rueda de molino se halla sobre otra roca inclinada en 45° en relación con el suelo. La parte inferior está acabada frente a la parte superior que es la parte que aún no se halla tallada. Esta rueda tiene como 1,45 metros de diámetro y unos 30 cm de grosor.

No obstante, a lo largo de la prospección documentamos otras muchas canteras cuya particularidad reside en que se observa perfectamente el proceso de extracción de los grandes bloques graníticos: documentamos las líneas rectas que se trazan en la superficie del batolito en forma de surco. Tras ello se insertaban las cuñas de metal en estos surcos lineales y se golpeaban hasta producir la fractura del bloque lo más rectilíneo y regular posible, para finalmente introducir en la fractura unas palancas que separan el bloque del resto del batolito, listo para ser tallado in situ o trasportado mediante caballerías.  Además, es bien sabido que a lo largo de la historia el hombre ha utilizado la roca del entorno para la construcción de las distintas estructuras para la vida. En este caso, la roca predominante en la dehesa de Arroyo de la Luz es el granito en forma de abundantes berrocales. Este material se extrae a lo largo de los siglos para la construcción de los distintos elementos presentes tanto en la misma dehesa como en los alrededores e incluso en el mismo pueblo, como son los propios puentes, zahúrdas, chozos, refugios de pastores,…etc., todos construidos con mampostería granítica. Para ello se aprovechaba la abundancia de este material en la dehesa.


MARCO LEGAL Y BIBLIOGRAFIA

[1] Decreto 93/1997, de 1 de julio, por el que se regula la actividad arqueológica en la Comunidad Autónoma de Extremadura (DOE 17.7.97); Ley de procedimiento administrativo 39/2015 del 1 de octubre de 2015; Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español (BOE de 29 de junio de 1985); Ley 2/99, de 29 de marzo, de Patrimonio Histórico Cultural de Extremadura y el decreto 93/1997, del 1 de Julio por el que se regula la actividad arqueológica en la comunidad de Extremadura; Decreto 54/2011, de 29 de Abril, por el que se aprueba el Reglamento de Evaluación Ambiental de la Comunidad Autónoma de Extremadura, que desarrolla la Ley 5/2010 de 23 de Junio, de Prevención y Calidad Ambiental de la Comunidad Autónoma de Extremadura; Ley 3/1995, de 23 de marzo, de Vías Pecuarias. Decreto 49/2000, de 8 de marzo, por el que se establece el Reglamento de Vías Pecuarias de la Comunidad Autónoma de Extremadura (D.O.E. Número 30 de 14.03.2000).

[2] COLLADO GIRALDO, H. “Arte Rupestre en Extremadura: Investigación, Conservación y Puesta en Valor”. Norba-Arte XVII, 1997, pp. 7-25. 

[3] HENRIQUES, Francisco; CANINAS, João Carlos e CHAMBINO, Mário «ROCHAS COM COVINHAS NA REGIÃO DO ALTO TEJO PORTUGUÊS». Volume 35 dos Trabalhos de Antropologia e Etnologia, editados pela Sociedade Portuguesa de Antropologia e Etnologia (Porto), 1995

[4] TEJADO RAMOS, J.J. Análisis de la Extracción y Transformación de Granitos como actividad normalizada. Tesis Doctoral, Universidad de Extremadura, 2014.

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