Memoria de Extremadura: La Guerra de la Independencia

Para aquellos que, de manera profesional o de manera aficionada, en cierto modo, nos dedicamos al estudio de la Historia no podemos pasar por alto lo que significa para la historia española este mes de Mayo. A nivel nacional, el 2 de Mayo de 1808 empieza, dentro del contexto de las guerras napoleónicas, la Guerra de la Independencia Española como respuesta a la represión por las fuerzas napoleónicas tras el levantamiento popular en Madrid ante la situación de incertidumbre política derivada tras el Motín de Aranjuez. Al día siguiente, el 3 de mayo se producen en la montaña del Príncipe Pío una serie de fusilamientos como parte de esa represión contra el pueblo español. Estos dos acontecimientos, tanto el levantamiento como los fusilamientos, los retrata en dos cuadros uno de los autores más conocidos de la historia, Francisco de Goya, y que nos abre una ventana a todo ese horror, y a todo ese dolor, padecido por el pueblo por parte de las tropas napoleónicas.

Tras esta breve introducción histórica a nivel nacional, yo, como historiador extremeño, me pregunto: entonces… ¿Qué pasaba en Extremadura? ¿Cómo se desarrolló la guerra de la independencia española en el contexto extremeño? Lo primero que hay que dejar claro es que ante el vacío de poder dejado por la ausencia de Femando VII, la población, que se negaba a aceptar la autoridad francesa, se fue organizando espontáneamente en juntas locales y provinciales que no estaban coordinadas entre sí. Estas juntas asumen la soberanía, aunque no cuestionan la monarquía y, lo más importante, incitan al pueblo a la defensa de la patria.

Desde fecha muy temprana aparecen en Extremadura estas formas de organización. Entre las primeras en aparecer se encuentran la Junta de Badajoz, la de Cáceres o la de Plasencia, que quedarán integradas en otra de ámbito provincial, la Junta de Extremadura. A ella corresponderá asumir las competencias político-administrativas de los antiguos organismos reales e, incluso, la creación y el mantenimiento de un ejército en la región para hacer frente a las tropas francesas.

En lo que respecta al desarrollo de la guerra en Extremadura, en primer lugar, hemos de destacar que la importancia otorgada a Portugal tanto por parte francesa como inglesa, convirtió a nuestra región, por su condición limítrofe con este país, en objetivo de uno y otro ejército. La lucha contra las tropas napoleónicas se organizó en Extremadura recurriendo tanto a fuerzas militares regulares, como a partidas de civiles, que organizaron una lucha de guerrillas.

Las aportaciones eclesiásticas y populares, a través de donaciones y del incremento de la presión fiscal, permitieron la creación de un ejército extremeño que en los mejores momentos llegó a contar con cerca de 20.000 hombres, pero que carecía de la preparación militar adecuada. Esto explica las derrotas iniciales. Más fructífera fue la colaboración con las tropas inglesas que permitió alcanzar algunas victorias de cierta importancia. Los objetivos prioritarios de este ejército fueron dos: asegurar el control de los principales puentes (Puente de Alcántara) que daban acceso a la región y mantener las principales ciudades libres de la ocupación francesa.

Las características esenciales de las tropas extremeñas fueron la dispersión, la indisciplina y el amotinamiento. La invasión francesa se produjo por Almaraz y Puente del Arzobispo. Entre las numerosas batallas podemos destacar la de Medellín, el asedio de Badajoz, defendido hasta su caída por Menacho y entregado por Imaz y que fue una de las ciudades extremeñas que más sufrió los ataques de uno y otro bando. Su condición de ciudad fronteriza y fortificada explica que fuera ase diada por tropas francesas y anglo-españolas varias veces. Sobresale sobre todas la batalla de la Albuera, donde se enfrentaron las huestes de Soult y Wellington, con unas bajas totales calculadas en tomo a los 14.000 hombres.

Además de la guerra con tropas regulares, también fue destacada la actividad de partidas guerrilleras. Estas estaban compuestas fundamentalmente por civiles, cuyas acciones se vieron favorecidas por la abundancia de zonas abruptas. En esta lucha guerrillera se destacaron figuras como Antonio Morillo, Catalina Martín, Ventura Jiménez, Joaquín Sierra o el marqués de Monsalud. Estas guerrillas fueron el fruto de la inferioridad española y su debilidad para enfrentarse a campo abierto. Eran la consecuencia de la dispersión. La composición de las partidas fue muy compleja y variada, ya que no eran todos patriotas. Existían una serie de normas para el abastecimiento, las armas o el establecimiento de puntos de reunión (como en Miajadas). La iniciativa para su organización fue pública y privada y en resumen, respondía a un amplio abanico de intereses.

Los llamamientos a la movilización fueron generales, estableciéndose grandes penas (incluida la muerte) para aquellos que no acudieran. Por otra parte, dicha movilización no fue espontánea ya que a los incentivos económicos se le unió la coacción moral al entenderse esta guerra como una guerra de religión, una Cruzada. Todo ello en su conjunto ocasionó asimismo mucho rechazo.

Si en 1811 la situación de equilibrio denotaba un desastre para Extremadura, en 1812 se produjo un cambio bélico con la toma de Badajoz, donde perecieron unos 800 franceses y 5.000 ingleses y lo que fue peor, el posterior saqueo y fusilamiento de los españoles considerados colaboradores con el invasor.

Finalmente, todas estas acciones bélicas tuvieron consecuencias, en mayor o menor medida en todos los rincones de Extremadura, y en algunos casos las consecuencias fueron terribles como la ruina de muchas poblaciones, que durante la Guerra fueron saqueadas y destruidas. Un claro ejemplo de ello lo constituye la población de Malpartida de Plasencia, saqueada en 1808 por tropas francesas. En otro orden de cosas tenemos la destrucción de cosechas, consecuencia de la política de tierra quemada aplicada por los extremeños, que pretendían con ello impedir a las tropas francesas mantenerse de los recursos que existían sobre el terreno que ocupaban. Esta práctica se aplicó y afectó especialmente a las tierras situadas entre el Tajo y el Guadiana y ha sido una táctica muy empleada en todas las épocas de la Historia. También fue importante la pérdida de parte de nuestro patrimonio artístico como consecuencia tanto del saqueo como de la destrucción causada por la guerra, de las que tenemos evidencia incluso por la transmisión de la memoria colectiva. Y por último la pérdida de vidas humanas.

Fuente| AYALA VICENTE, F. La Guerra de la Independencia en Extremadura. Militaria, Revista de Cultura Militar, 2001, numero 15, 53-60.

Documento Original: Memoria de Extremadura, La Guerra de la Independencia

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