La villa de Torre Águila es, sin duda, uno de los asentamientos rurales de época romana más importantes y complejos, con una continuidad cronológica importante. En este enclave, frente al repertorio de las formas tradicionales de la producción itálica aretina exhumadas en esta villa, se ha reunido, hasta el momento, un interesante conjunto de fragmentos correspondientes, quizás, a las últimas muestras de estas oficinas. Talleres de los que apenas conocemos nada acerca de su verdadera ubicación, así como de las redes de comercialización, puesto que hasta la fecha estos productos aparecen de forma dispersa, que imposibilita reconstruir la infraestructura de distribuciones empleadas, y a estos problemas se suma la ausencia de marcas, lo cual dificulta aun mas cualquier intento de asimilarlas a un taller concreto. Además, se las engloba, de forma genérica, bajo la denominación de itálicas-padanas dado que se les asigna como perteneciente al área italiana (en este caso de la zona de Padua), como ocurre con sus predecesoras aretinas o itálicas, con las que guardan ciertas similitudes.
El servicio itálico-padano está representado en la villa: en primer lugar, copas con peana y con el cuerpo redondeado o herniesferico, y con una pasta que posee una extraordinaria arcilla de tono apastelado y fractura vítrea muy suave. El barniz es rojo anaranjado claro con ciertas concentraciones de pigmentos ennegrecidos. En segundo lugar también encontramos copas troncocónicas que se caracterizan por sus dimensiones particularmente reducidas, que le dan una ligereza y fragilidad propia de los recipientes de vidrio, incluso la delgadez de sus paredes guardan cierta vinculación con las cerámicas denominadas cascara de huevo.
Para finalizar con esta muestra de itálicas en este enclave hay que concluir que resultan escasos los hallazgos documentados de vajillas itálicas-padanas aunque también hay que decir que afortunadamente el material recopilado en Torre Águila ha permitido establecer una tipología bien diferente en cuanto a formas y a un estudio pormenorizado de los diversos esquemas decorativos representados, y llama poderosamente la atención el cuidado trabajo de las composiciones decorativas.
En cuanto a la cronología establecida para este tipo de variedad entraría de lleno en plena etapa tiberio-claudia, como atestigua un ejemplar temprano de Dragendorff. Igualmente hemos de indicar la presencia de un taller galo-romano que bien pudiera guardar una cierta vinculación estos recipientes itálicos-padanos. Además, nos vamos a encontrar con la presencia en la villa de un plato itálico-aretino con estampilla del ceramista A. SESTIO, que está considerado como uno de los más precoces de Arezzo, así como la confluencia de ciertos objetos de clara factura itálica: apliques de bronce, objetos de hueso y paredes finas, que dan pie a pensar a los investigadores que todos estos enseres formaron parte del equipaje de los primitivos inquilinos de la villa: colonos, procedentes seguramente del área Italiota, llegados en los primeros repartos (de las zonas próximas a Augusta Emerita) ocurridos a principios del siglo I d. C.
Fuente| JEREZ LINDE, J.M. y RODRÍGUEZ MARTÍN, F.G. “Terra Sigillata itálica-padana procedente de la villa de Torre Águila (Barbaño, Badajoz)” REE, LI, 1995, pp. 345-362.