Un mes más, me asomo por la ventana de este blog de Arqueogestión,que amablemente me cede Teodoro Fondón,para contar alguno de los aspectos que más me han llamado la atención de nuestros tiempos ibéricos más remotos. Soy persona ajena al mundo de la Arqueología y mi única aproximación es precisamente desde la literatura. Y hoy me gustaría hablar de un tema que me apasiona, por raro que pueda parecer: la muerte. Creo que mi fascinación por los muertos no es ningún caso de necrofilia patológica, sino una terrible curiosidad por conocer cómo morían, de qué morían y cómo enterraban a nuestros ancestros. Y si vamos todavía un poco más allá, cada vez que, en un artículo, observo la foto de un esqueleto, siempre, siempre me pregunto quién sería, cómo se llamaría, qué hizo en esta vida, quién lloró su muerte… Sin duda la muerte tiene tintes románticos, pero dejaremos a un lado los sentimentalismos para centrarnos en un tema mucho más acorde a la cuestión que nos ocupa, los enterramientos en la Edad del Bronce.
Los lugares de enterramiento dan mucha información a los arqueólogos de cómo vivían y en qué creían las sociedades antiguas. Algunos aspectos como los ajuares funerarios, la posición del cadáver o el número de individuos enterrados despejan muchas incógnitas en la forma de pensar de estas gentes, sus estructuras sociales, sus ritos, etc.
En la etapa previa al Bronce, en el Calcolítico, se encontraron lugares de enterramiento común (un buen ejemplo es el poblado de Los Millares, en Almería. Una visita muy recomendable). Si algo caracteriza al Calcolítico, o incluso al Neolítico, es la existencia de grandes construcciones funerarias que acogían a todos los individuos muertos de la comunidad. Eran enterramientos COLECTIVOS, lo que nos da a entender que NO había verdaderas élites que se destacaran ni en vida ni en muerte.
Si nos desplazamos en el tiempo a la Edad del Hierro, en pleno desarrollo de los pueblos íberos y celtas, el comportamiento mortuorio está muy definido: se producía la incineración y enterramiento de la urna cerámica con las cenizas del difunto y su ajuar funerario.
Pero, ¿qué pasa con los muertos en la Edad del Bronce? Algo común a la mayoría de poblados de esta época es que no hay ni rastro de ellos (o muy poco rastro). Por poner un ejemplo, en Cabezo Redondo solo se han hallado 61 enterramientos, eso que fue un poblado que se mantuvo en activo más de quinientos años y que albergó a más de veinte generaciones.
Una de las características de la cultura del Argar era el enterramiento en el interior de las casas, cosa que sucede en algunos ejemplos en Cabezo Redondo. Otros se enterraban en cuevas, grietas o covachas en el mismo cerro. Los enterramientos típicos de esta cultura son en cista o en tinajas (de estos hay por lo menos un par de ejemplos en el Museo A. José María Soler de Villena).
Me llamó mucho la atención un enterramiento de la Edad del Bronce en la cueva D´en Pardo, en la zona de Alcoy, donde se procesaron los cadáveres de dos mujeres a las que descarnaron intencionalmente. Posteriormente sus huesos fueron enterrados con cuidado y protegidos con un círculo de piedras.
En el área atlántica, las prácticas funerarias en esta época eran muy diferentes: entregaban los cuerpos a las aguas de los ríos y al mar, con sus ajuares funerarios. Se han hallado sobre lechos fluviales lanzas y otros objetos personales asociados a antiguos enterramientos de esta época.
Pero podemos decir que lo característico de esta época es que no se encuentren los cementerios. Nos surge entonces la pregunta: ¿dónde están esos muertos?
En la novela he intentado reflejar estos ritos según la zona en la que se mueven los personajes. Es por ello que aparecen enterramientos dentro de las viviendas, enterramientos en grietas y covachas y algunos ritos de entrega de los cadáveres a las aguas del río. Para los enterramientos de esos cuerpos de los que no tenemos rastro he intentado dar respuesta desde la imaginación, ¿quizás los dejaban expuestos en algún lugar para que los animales (sagrados o no) se alimentaran de ellos? Tendremos que conformarnos con la ficción, al menos de momento.
Fuente|María Rosario Mondéjar, colaboradora de Arqueogestión: Arqueología y Gestión Turística y Autora de la Novela histórica La premonición de Safeyce
Bibliografía
“Las cuevas de enterramiento del Bronce Final” Sara Pernas García. Fundación José María Soler.
“La Europa Atlántica en la Edad del Bronce” Marisa Ruiz-Gálbez. Ed. Crítica.
“Cabezo Redondo” M. Hernández, V. Barciela, G. García Atienzar. Universidad de Alicante.
Muy interesante, sobretodo las diferencias entre el Mediterráneo y el Atlántico. Enterramientos en grietas y covachas… gracias por ilustrar!
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