La presencia de elementos etnográficos sobre el terreno siempre es evidencia de la actividad agrícola y pastoril de antaño. Hoy en abandono y olvidados, en silencio y constante ruina. Este es el caso de la zona de los llanos de Cáceres, además de ser zona ZEPA es un lugar rico en estos elementos, sobre todo de chozos, recuerdo de una clara actividad de carácter pastoril. Estos elementos tienen un origen ancestral, según muchos autores, el origen de los chozos procede de época calcolítica o edad del cobre u edad del bronce, en las chozas que en diversas ocasiones la arqueología ha desenterrado de las entrañas de la tierra; no obstante, otros autores hablan de que el origen de los chozos es mucho más antiguo, en el paleolítico cuando las primeras sociedades humanas trataban de proteger el fuego con rudimentarios muros alrededor del mismo, y poco a poco esos muros se fueron haciendo más complejos hasta formar las estructuras que hoy vemos sobre el campo extremeño, herencia de aquellas viviendas en la edad del cobre o edad del bronce.

En el caso que nos ocupa son chozos que se sitúan en un paraje de llanos, pero también son estructuras que podemos encontrar en otro tipo de terreno como la sierra, aunque todos responden a una técnica constructiva común, la piedra seca. No obstante, también se clasifican en por lo menos cuatro tipos, aunque en el caso que nos ocupa nos movemos en una tipología tipo 2 y tipo 3 según algunos autores en una cronología de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

En cuanto al Chozo que hemos numerado como “Chozo 1 del Guadiloba” se trata de una estructura que ha sido reformada y enlucida con cemento contemporáneo y reutilizado como encerradero para el ganado. Conserva su estructura circular, construido en su origen en piedra seca con la roca que abunda en la zona, cuarcita y pizarras, pero hoy enlucido con cemento para ser reutilizado; no obstante en sus alrededores se observan restos de muros que denota que en su origen este chozo estuvo protegido por un muro exterior de cuarcita. En el interior hay tres oquedades que responden a tres alacenas. No obstante, no conserva techumbre ni restos en los alrededores que nos hable de una techumbre de material, lo cual no es extrañar que nos hallemos ante un chozo tipo 2, es decir, un chozo con paredes construidas mediante piedra seca y techumbre o cubierta vegetal.

Fuente| MARTÍN GALINDO, J.L. Los Chozos extremeños: referente histórico y recurso socio-cultural para el futuro. Asociación para la Arquitectura Rural Tradicional de Extremadura, pp. 839-890.

UTM: ETRS89 29N 732961/ 4375087

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