Un tema interesante lo constituyen las devociones populares a determinadas imágenes situadas en su mayoría dentro de las ermitas. La presencia de cofradías, como forma de organización social, junto a determinados cultos, revela rasgos de la complejidad de la vida local y de ciertas cohesiones y agrupamientos en función de afinidades sociales, asistenciales, gremiales, actividades económicas o penitenciales de Semana Santa. No obstante, lo verdaderamente importante de la proliferación de estos cultos, congregaciones y cofradías es que trascienden la rígida organización social del momento, ya que en los listados aparecen nombres de todas las escalas locales, incluso en los cargos directivos, donde alternan miembros de la nobleza, junto a otros que no pertenecen a ella.
Uno de estos cultos, muy arraigado en Cáceres, es el de la Virgen de Guadalupe, asentado en la ermita situada en la calle Caleros en “la casa en que vivió Gil Cordero, natural de Cáceres, quando se le apareció Nuestra Señora de Guadalupe” junto al río Guadalupejo o “Río de los lobos”, en el año 1330.
Según la tradición al Vaquero D. Juan Gil Cordero se le apareció Ntra.Sra. la Virgen en el mencionado río; no obstante, tres días antes se la había perdido una de sus vacas, que encontró muerta y al ir a quitarle el pellejo, trazó con el cuchillo una cruz y el animal se levantó. El vaquero, sorprendido, intentó huir y en ese preciso momento se apareció la Virgen, quien le encomendó calma, aconsejando le que volviese a Cáceres y contase lo que había presenciado. Ante la duda del vaquero que no le creían, le dijo la virgen encontraría muerto su hijo al regresar a casa, cosa que podría utilizar como prueba, cuando sus palabras se levantase su hijo. Así sucedió y Gil Cordero, con representaciones del Cabildo y del entonces Concejo, se trasladó al lugar en que murió la vaca y, cumpliendo los deseos de la Virgen, tras cavar unos minutos, encontraron la Virgen anunciada y un libro con los antecedentes de la preciada imagen.
A la ermita que existe en Cáceres hace referencia el Cronista Simón Benito Boxoyo aunque es evidente que la ermita es muy anterior a él por lo menos en un siglo. No obstante, hace abundante y extensa referencia a la misma, y por supuesto a la imagen que hoy se custodia en ella la cual parece que fue mandada fabricar por D. Juan de Carvajal y Sande, Presidente de Hacienda; se finalizó en 1667 y se colocó en el lugar que hoy ocupa un año después, el 8 de septiembre de 1668 trasladándola desde la Parroquia de Santiago a la cual pertenece aún hoy:
Esta Noble Villa en 2 de Enero de 1612, acordó se comprase la casa en que habitó el Vaquero, o permutase por otra cosa con su dueño, y se hiciese a devoción de nuestra Señora de Guadalupe un devoto Humilladero en ella. En 6 de Febrero del mismo año, el Corregidor hizo presente un Memorial, dado por personas religiosas, y de buena vida, sobre que respecto haber acordado el Ayuntamiento, que de la Casa en que vivió el Pastor a quien se apareció nuestra Señora de Guadalupe, (y reveló fuese en procesión la Clerecía de esta villa donde estaba, y se infiere, y tiene por cosa cierta, que persona a quien tal merced hacía, lo merecía su vida y costumbres, y que por ello era bien estimarle, y a sus cosas) se derribase e hiciese un Humilladero de oración en memoria de la merced que nuestra Señora hizo a esta Villa, acordándose de ella; pero sabiendo que, no solo no se cumplía lo acordado, sino que habitaba la casa una mujer profana, y de mala vida: pedían se llevase a efecto lo acordado: la villa mandó que los Comisarios mandasen tasar las casas y derribarlas, no habiendo querido hacerlo su dueño, a quien se pagase el importe. Este fue 50 ducados, que corresponderían a Juan Durán, Clérigo, que por ser de Capellanía, se mandaron depositar hasta su empleo.
En 5 de Septiembre de 1622, viendo la villa que por defecto de caudales, no se ponía en ejecución la fábrica de una mui decente Capilla, nombraron Comisarios para ello, y para sacar dinero donde le tuviese la Villa, tanto de sus Propietarios, como de Pares, y Quintos, tomando los arbitrios más oportunos para conseguir finalizar la obra: y en caso necesario, con intervención del Corregidor, pidiesen limosna a los Regidores, nobleza y demás personas devotas, a fin de que se concluyese con toda autoridad. Aunque no se omitía tratar este asunto, es cierto que la obra no se ejecutaba. Y en 29 de Enero de 1660, Don Juan de Carvajal hizo presente: que respecto que esta villa, por la devoción que tenía a nuestra Señora de Guadalupe, le principió a labrar una Ermita en la Calle de Caleros, y por las necesidades que había padecido, había cesado tan Santa obra: que el Señor don Juan de Carvajal Sande, del Consejo, y Cámara de S.M., su tío, reconociendo las muchas obligaciones que debía a Cáceres, como a Madre, y por la devoción que tenía a la Celestial Señora, proseguiría la obra, teniendo el beneplacito de la villa, en vista de cuya propuesta, repitiendo gracias al Ayuntamiento, acordó dar el permiso que solicitaba para quanto fuese servido. La fábrica hasta entonces ejecutada por la villa se había costeado con las penas de cortadores, molineros; Casca del Puerto de Carmonita, y Quarto de la Cardosa de Mayoralgo.
Boxoyo también describe en sí la ermita aunque muy brevemente: Su fábrica es de arreglada arquitectura, de una nave, un Altar en ella y otro en el Camarín; éste forma ochavas con varias fajas y labores, como también la bóveda de la Iglesia. De forma general, analizándola se trataría de un edificio de mampostería y sillería de una nave en tres tramos y camarín tal y como nos deja entrever el cronista allá por 1794. Las cubiertas son de bóveda de arista en la nave, cúpula semiesférica en el crucero y de cañón con lunetos en la capilla mayor decorada con molduras en casetones, todo apoyado en arcos de medio punto sobre pilastras. A los pies, el coro alto, sencillo, de moderna construcción. En este mismo frente se abre la puerta, adintelada, como hornacina avenerada y remate en frontón triangular. Es una construcción de estilo barroco clasicista.
El retablo mayor fue ejecutado por Juan Bravo, por encargo del licenciado Gómez del Berrocal, en 1665 y asentado en 1667 Es un retablo clasicista de sobrias formas. Esta presidido por una imagen de vestir de la Virgen de Guadalupe. El retablo alberga tablas pictóricas con las representaciones de santos donde destacamos la imagen de San Jonás decapitado, introductor del cristianismo en Cáceres, lugar en el que fue martirizado en tiempos de Domiciano. También existen otros santos, los cuales junto a sus correspondientes cofradías extenderán su protección sobre la villa por diferentes causas. Unas veces se pedirán las aguas por sequía y otras se pedirán que cesen: Consta que en 5 de Noviembre de 1675, acordó la villa que el 12 del mismo se llevase esta Imagen a Santa María por los buenos temporales, que se celebrase procesión General, Novenario, y Sermón. Y en 5 de Octubre de 1700, por grave enfermedad del Rei, se acordó hacer igual procesión y Novenario, conduciendo a Santa María esta imagen”.
Fuente|
MARTÍN BORREGUERO, J.C., JIMÉNEZ BERROCAL, F., y FLORES ALCÁNTARA, A.P. La cacereña ribera del Marco, Cáceres, 2008.
BENITO BOXOYO, S. “Noticias Históricas de Cáceres y Monumentos de la antigüedad que conserva. Cáceres, 1794” en Noticias Históricas de Cáceres y Monumentos de la antigüedad que conserva, Enrique Cerrillo Martín de Cáceres (ED.). Cáceres, 2009, pp. 65-66.
RAMOS RUBIO, J.A., DE SAN MACARIO SÁNCHEZ, O. “Ermitas y Oratorios de Cáceres”.
Coordenadas UTM: ETRS89 29N 726357/4372720
Una historia más, que engrandece a Cáceres.
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