La Necrópolis Romana de Valhondo (Berzocana). Proyecto de Recuperación y Puesta en Valor

Como es bien sabido, en la actualidad existen un gran número de yacimientos arqueológicos en España, que se encuentran expuestos a la intemperie manifestando un estado de deterioro muy avanzado. Pondremos algunos ejemplos de ello: Yacimiento Arqueológico de Anicipo en Ronda, el Yacimiento Arqueológico de Celsa del siglo I a.C. o la necrópolis del Barranquete en el cabo de Gata.

Y por supuesto también aquí en Extremadura hay otros ejemplos como puede ser la Necrópolis de La Chanclona situada en el término municipal de Acehúche datada en el siglo III y IV a.C. contemporánea a la que vamos a tratar, aunque esta datación no es del todo correcta ya que está basada en la simple prospección del lugar y no se ha estudiado adecuadamente, sin embargo, yace a merced de los elementos y de los animales.

 Y por supuesto este también es el caso de la Necrópolis de Valhondo cuyo estado actual es el que pueden ver en las siguientes imágenes.

Y este es el gran objetivo que buscamos cumplir; recuperar del estado actual la necrópolis, protegerla, musealizarla y darla a conocer como un recurso valioso, de interés histórico y arqueológico, para la comarca, y por supuesto, como un recurso que se encuentra dentro del Geoparque para que al igual que otros muchos yacimientos pueda ser visitada y conocida por el turista, pero sobre todo conservarla para las futuras generaciones, ya que el yacimiento se encuentra en un alarmante estado de conservación debido a su situación de abandono, desprotección y exposición a la intemperie siendo necesaria una actuación inmediata sobre el mismo.

Geología y Minería

Una parte del presente proyecto del cual no podemos dejar de hablar es la relación que tiene la minería con la riqueza geológica de las Villuercas donde se enmarca la necrópolis. Sabemos por numerosos testimonios arqueológicos que la minería era ya un recurso económico importante antes de la llegada de los romanos como atestigua la presencia del yacimiento arqueológico del Cerro de San Cristóbal, situado en la cercana localidad de Logrosán, con numerosos filones de Cuarzo, ricos en Casiterita y en Fosforita. En este yacimiento, el equipo de investigación de la Universidad de Extremadura PRETAGU (Grupo de Estudios Prehistóricos Tajo-Guadiana), documentaron  en la cima del Cerro de San Cristóbal zanjas, galerías y utensilios mineros de la Edad del Bronce relacionados con el mítico reino de Tartesos.

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No obstante, con la llegada de los romanos esa riqueza minera siguió manteniendo su importancia económica, e incluso después; este hecho se pone de manifiesto con las excavaciones en los años 70 y 80 por la Universidad de Extremadura y la Complutense de Madrid, del poblado minero cuya actividad económica principal era la minería de yacimientos de Blenda y Galenas argentíferas, y que se pone de manifiesto en algunas de las sepulturas de la necrópolis objeto de nuestro proyecto.

La Necrópolis en la Historia

La presencia humana en las Villuercas queda atestiguada desde la prehistoria por las numerosas muestras de arte parietal en cuevas y abrigos de la comarca, algunos totalmente visitables (Cueva de la Sábana, Cueva de los Cabritos, Cueva de los Morales y Risquillo de Paulino); sin embargo, en lo que se refiere a la población de Berzocana, los vestigios de la presencia humana se remontan al Neolítico, datándose en ese periodo el poblado de «El Terrero» y las hachas y puntas de sílex encontradas en distintos lugares. Grupos de cazadores y recolectores se asentaron buscando la protección de los abrigos rocosos de la sierra, la abundante caza y las frutas, vegetales y semillas que espontáneamente producían los campos.

Del neolítico saltamos a la edad de los metales, y en particular al Bronce (siglo VIII a.C.), cuyo representante más famoso es el conocido «Tesoro de Berzocana», que se custodia en el Museo Arqueológico Nacional; compuesto por dos torques de oro y se considera una de las joyas celtas más importantes de la Península. Aparecieron en una pátera de bronce batido, procedente de algún lugar del Mediterráneo, a la que se la asigna una antigüedad similar a la de los torques.

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En lo que se refiere a la edad del Hierro testigos de ello encontramos los poblados fortificados de «Castrejón» y «La Dehesilla», en los que son visibles sus fosos de defensa, atestiguan la permanencia de grupos humanos organizados.

Finalmente llegamos a la época romana, tiempo en el que se enmarca nuestra necrópolis y por supuesto su poblado anexo. Con la dominación romana, el territorio de Berzocana fue explotado con intensidad, especialmente su minería, extrayéndose cantidades considerables de plomo. Las excavaciones revelaron que, en este contexto de explotación minera, el poblado de Valhondo se funda exnovo, no entra dentro de ese proceso de reutilización de otros poblados de origen indígena (vettones) para un mejor aprovechamiento de las vetas mineras como es el caso del castro de «La Dehesilla», para aprovechar el yacimiento de la mina «La Conchita».

No obstante, el poder romano no reside exclusivamente en la minería en estas tierras sino que la agricultura fue el otro recurso económico que justificó la romanización, dando lugar a «villae» o villas romanas como lugares autosuficientes para la explotación completa de la tierra, a lo largo de lo que parece ser una secundaria vía romana, que se dibuja a través de los restos arqueológicos de «La Caballería de Rosa», «Prado Sordo», «Cerro de la Tinajas», pasando por el vicus o pequeño poblado murado del «Cercado de la Cierva».

En lo que se refiere ya la llamada como Crisis del Imperio, decir que el poder romano en esta región tuvo continuidad hasta época visigoda, (S. VI y VII) propiciado por el contacto con Mérida; como consecuencia se recibe de manera muy temprana en Berzocana el influjo del cristianismo a través de la iglesia emeritense. Ello, aunque no se ha constatado arqueológicamente en la necrópolis, ésta no se ha excavado totalmente y no se descarta la presencia de enterramientos de estos primeros cristianos en la misma.

Pero… ¿Cómo concebían la muerte los romanos?

Antes de hablar de la necrópolis en concreto es necesario hablar de cómo se concebía la muerte para un romano, hablemos un poco de la arqueología de la muerte en la antigua roma. En primer lugar, hay que decir que en la sociedad romana, la muerte era algo muy importante; pues era el paso de la vida terrenal a una nueva vida y había que celebrarlo y llorarlo a la vez. De hecho, lo celebraban con largos festejos y banquetes que podían durar hasta nueve días.

¿Por qué las necrópolis? Debido a la Ley de las XII Tablas los romanos tenían prohibido enterrar a sus muertos dentro de la ciudad. Una medida higiénica muy importante que hizo que éstos se enterraran en las necrópolis, situadas a los lados de las carreteras y los caminos y en las zonas habilitadas para ello a las afueras de las ciudades.

Dentro de estas necrópolis ¿Qué tipos de enterramientos hallamos?

Incineración: Era el ritual romano más extendido. Para incinerar al muerto se lo colocaba en una pira que ardía hasta que el cuerpo quedaba reducido a cenizas. Después se depositan las cenizas en un recipiente (urna) y se enterraba en una tumba o mausoleo.

Inhumación: La inhumación era el entierro con el cuerpo sin alterar, que se depositaba en un agujero en el suelo y se cubría. Excepto los más pobres, la mayoría de romanos enterraban a sus muertos en tumbas de obra, generalmente panteones. Los más humildes se tenían que conformar con ser enterrados en cajas de madera.

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A partir del auge del cristianismo (siglo II) la inhumación fue en aumento y con el paso del tiempo fue la única forma de entierro aceptada, ya que el cuerpo moría pero el alma regresaba a Dios. El cristianismo adoptó esa forma de entierro y la expandió por el Imperio cuando fue religión oficial, llegándose a prohibir la incineración. No obstante, en el caso de nuestra necrópolis como veremos a continuación se dan ambos tipos de enterramientos; el motivo de ello puede ser debido al eclecticismo propio de los romanos, lo cual hizo que algunos fueran adoptando la inhumación como forma de enterramiento sin que entraran en contradicción con la religión romana, por ello ambos tipos convivieron en el tiempo, y en el caso de nuestra necrópolis está muy documentado este fenómeno.

Era tradicional enterrar el muerto con algunas de sus pertenencias. El ajuar funerario estaba compuesto por elementos que describían la vida del muerto: sus herramientas o sus armas. También lo acompañaban al más allá ofrendas, ungüentarios, vasos con alimentos o estatuillas de divinidades protectoras.

Arqueología de la Necrópolis de Valhondo (Berzocana)

La Necrópolis objeto de nuestro proyecto fue descubierta hacia 1978, y fue excavada durante varias campañas por acción conjunta de la Universidad de Extremadura y Ayuntamiento de Berzocana, en la década de los setenta. No obstante, el profesor Sánchez Abad, de la Universidad de Extremadura, para su tesis doctoral realizó una serie de excavaciones arqueológicas sobre la necrópolis en los años 80 donde se registraron un total de 70 sepulturas, aunque se excavaron más de 100 tumbas de distintos tipos, algunas delimitadas por tégulas, se encontraron ajuares funerarios formados por vasijas de cerámica, vasos de vidrio, herramientas, armas, collar y pulsera de pasta vítrea y otros objetos de adorno.

Data de los Siglos III y IV d.C., observamos que se trata de tumbas de la tumbas de la población local, descendientes de los vettones como se ve en muchos aspectos en los cuales se conservan vestigios de esta cultura prerromana, elementos antiguos que se expresan en las formas artísticas escultóricas y sobre todo en la forma de sus productos cerámicos más en consonancia con la cerámica vulgar que con los productos más perfeccionados de la Sigillata hispana. La necrópolis será reflejo de esta nueva etapa de decadencia del Imperio y la inmediatamente posterior.

La necrópolis está asociada a un extenso poblado, del que sólo se ha excavado una reducida zona y como consecuencia existe casi un total desconocimiento del mismo y por ende de las gentes que reposaron un día en la necrópolis. Sin embargo si sabemos con claridad el porqué se sitúa en este lugar y cuál era la principal actividad de sus gentes. Dicha información nos la facilitan dos claros indicios: el primero, es el relativo elevado número de útiles de hierro, principalmente escoplos o cortafríos y punzones, encontrados en la necrópolis; y el segundo, la presencia de unas minas de plomo situadas a muy poca distancia del lugar; lo cual demuestra la relación de estos habitantes con la importancia de la minería en esta zona durante el Bajo Imperio Romano.

En la necrópolis de Berzocana se mezclan dos tipos de enterramiento: inhumación e incineración. En la necrópolis de Berzocana se observa cómo ambos ritos conviven en el tiempo, sin embargo, también existe una clara diferenciación de espacios en los cuales, en uno predomina una práctica y en el otro la otra (no se mezclan).

Conclusiones

Se trata de personas de categoría social baja tal como demuestra la pobreza del material encontrado. Pero que además de ello, la coyuntura económica del siglo III hace mella en estas gentes, como vemos en la ausencia total de monedas (a excepción de un as muy mal conservado). Por otro lado, dentro de esta pobreza, parece apreciarse en algunas tumbas cierta diferenciación de clase, como es el caso de aquellas en las que se ha encontrado tégula, terra sigillata o vidrio; y por último, la presencia de materiales de origen autóctono hace pensar en un cierto aislamiento de este poblado que se manifiesta en una total una ausencia de objetos importados, lo cual se traduce en un comercio muy pobre.

 

Ver presentación Power Point: Necropolis de Valhondo (definitiva)

Fuente| Ponencia «Proyecto de Puesta en Valor de la Necrópolis Romana de Berzocana» en las III Jornadas de Estudios Históricos y Arqueología del Geoparque Villuercas Ibores Jara. Teodoro Fondón Ramos.

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