Este es una enorme zona arqueológica que no solo comprende tumbas excavadas en la roca sino también un “recinto sacro o espacio ritual” localizado en una pequeña elevación del terreno, dominando una amplia zona salpicada de batolitos de granito, de los cuales, uno de ellos sería utilizado como altar de sacrificios. Muy próximo al altar encontramos un afloramiento granítico muy afectado por la erosión, y se halla partido, el cual presenta una escalinata de cuatro peldaños muy irregulares tallados en la misma roca. No obstante, en los alrededores de éstos se hallan otras formaciones graníticas con unas formas características que posiblemente tuvieron relación con algún tipo de ritual sagrado.
Ante la ausencia total de intervenciones arqueológicas en la zona del altar resulta muy difícil asignarle una cronología concreta, ni tampoco existen sobre el terreno elementos que nos ayuden a fechar este conjunto sacro de altares que de una forma u otra han sobrevivido al paso del tiempo. No obstante, sabemos que a finales del siglo XIX aparecen en la zona dos exvotos de bronce en forma de cabra, dedicados a la Dea Sancta Adaegina Turibrigensis (actualmente en el Museo Arqueológico Provincial de Cáceres) y datados en torno al siglo I o II d.C., y que bien pudieran proceder de este complejo arqueológico.
Conocemos a la diosa indígena prerromana Adaegina gracias a los innumerables altares con inscripciones latinas aparecidos en el antiguo territorio de la Hispania Ulterior y, más concretamente, entre el Tajo y el Guadiana. Adaegina era una diosa madre de la muerte y de la regeneración, del renacimiento o de la vuelta a la vida, diosa telúrica relacionada con el mundo subterráneo o infernal, cuyos poderes curativos y para la fertilidad pueden manifestarse a través de las aguas subterráneas de determinadas fuentes o manantiales de origen profundo. En definitiva, una deidad o ninfa protectora de las aguas mineromedicinales, dispensadoras de la salud y de la fecundidad humana.
Si estos dos exvotos a los que nos referimos efectivamente procedieran de este lugar sacro, sería la evidencia que necesitamos para atribuir este conjunto de altares a la diosa celta a la cual se le dedicarían sacrificios de este animal, el cual unido a la ablución purificadora con el agua de la fuente milagrosa, eran un rito en el que el animal se convertía en victima expiatoria del mal del oferente; y por lo tanto los exvotos de bronce en forma de cabras se convertirían en ofrendas permanentes ante la divinidad por parte de quien las realizaba.
El culto a Ataecina estuvo en esta zona profundamente arraigado en época romana; y por lo tanto podríamos decir que este santuario mantuvo su vigencia al menos durante época altoimperial cuando esta divinidad prerromana aparece ya asimilada con la diosa romana Proserpina. No obstante, en el segundo de los batolitos, en el cual se observa la escalinata, también existe la presencia de una cruz delatando así que este lugar se cristianizó posteriormente.
En cuanto a las sepulturas se hallan dispersas por todo el conjunto ritual de la Zafrilla donde se hallan un pequeño conjunto de ocho enterramientos excavados en batolitos de granito pero con diversa tipología: tres de ellos tienen una forma rectangular simple que pueden llevar curvatura en los y la cabecera; tres mas presentan forma ovoide; y dos con estructura antropomorfa. Las medidas oscilan entre los 218 cm de la tumba con mayor longitud y los 172 cm la de menor; la anchura de la cabecera suele estar en torno a los 55 cm y el ancho de los pies 30 cm.
Casi todas están en un lamentable estado de conservación, aunque las tres tumbas con forma ovoide están menos deterioradas. Todas ellas han sido vaciadas y carecen de la típica tapadera que las cubría. No parecen formar necrópolis, pues se encuentran dispersas, aunque en un area no muy extensa, en los alrededores del santuario rupestre.
En la actualidad la zona en la que se halla el Yacimiento Arqueológico se halla protegida por la Ley de Patrimonio Histórico, y en particular por el Capítulo 7.2., de Protección del Patrimonio Arqueológico donde se especifica dentro del artículo 7.2.1 las zonas de servidumbre arqueológica. Este yacimiento se encuentra registrado dentro del listado nº 1 que contiene elementos inventariados según diversas fuentes y cuya localización geográfica es ya conocida.
Fuentes
González Cordero, A. “Las tumbas excavadas en la roca en la Provincia de Cáceres” en Revista del Seminario de Estudios Cacereños”, 17, 1989, pp. 133-144.
Ramos Rubio, J.A., De San Macario, O., y Esteban, J. “Ruta Arqueológica por tierras de Malpartida de Cáceres”, Alcántara, 81 (2015), pp. 11-31.
Blog, “Extremadura Caminos de Cultura”
Blog “Necrópolis excavadas en la Roca”
Coordenada UTM: 29N 714504/4371637
Imágenes de la web: Cronistas oficiales