Egipto, el Mar Mediterráneo y la Península Ibérica en la Antigüedad

Egipto, aun siendo un país africano, no por ello ha dejado nunca de ser también un país mediterráneo. A lo largo de su dilatada historia varias veces milenaria, Egipto se ha relacionado siempre con otros países del mediterráneo oriental, y de ello poseemos abundantes pruebas arqueológicas: con el mundo sirio-palestino (y a través de él incluso con la lejana Mesopotamia), con Anatolia, con Chipre, Creta, Grecia y las islas del Egeo. Con todos ellos, los intercambios comerciales son muy abundantes, facilitando la llegada mutua de productos manufacturados a lo largo del III y II Milenio a.C. Además, en el II Milenio a.C. está demostrada la presencia de colonos y de artesanos cananeos y egeos en suelo egipcio. En cambio, la existencia de contactos entre Egipto y las lejanas columnas de Hércules no parecen ser más que leyendas cuyo último eco nos ha sido transmitido por autores clásicos[1]  como Platón[2] o Estrabón[3].

En cualquier caso, queda claro que Egipto utilizó desde muy pronto el Mediterráneo (y también el Mar Rojo) como vía de comunicación, y que no sólo su litoral sino también el país entero han de ser considerados como enteramente mediterráneos, ya que el río Nilo, también navegable por supuesto, actuó como prolongación del mismo mar Mediterráneo, permitiendo la llegada de contactos comerciales no solo hasta el Alto Egipto sino incluso hasta Nubia, en el corazón de África.

En torno al año 1000 a.C. los contactos comerciales egipcios se extendieron hasta el Mediterráneo Occidental e incluso más allá, como lo demuestran los sorprendentes hallazgos, cada vez más generalizados de objetos egipcios[4], de copias de los mismos, e incluso de influencias egiptizantes detectadas con preferencia en torno precisamente de las míticas Columnas de Hércules. Los hallazgos de manufacturas egipcias por parte de la arqueología han sido cosa frecuente desde hace más de 100 años en el sur de Italia, en las islas de Sicilia y Cerdeña y en la zona de Cartago[5], todo ello en el mediterráneo central: se trata esencialmente de amuletos, entre los que destacan por su abundancia los escarabeos, así como de diversos tipos de recipientes de fayenza. En el Mediterráneo Occidental, los hallazgos eran, en cambio, más escasos, con la única excepción de los de la isla de Ibiza, donde también abundan los escarabeos y otros amuletos de tipo egipcio[6].

Sin embargo, esta situación se rompió bruscamente en 1963, con el descubrimiento y la excavación de la necrópolis fenicia de la colonia de Sexi en Almuñécar (Granada, España). En este yacimiento, aparte de otros hallazgos, apareció un extraordinario conjunto de vasos de alabastro egipcios de considerable tamaño, reutilizados en la necrópolis como urnas cinerarias[7]. Algunos de estos vasos ostentaban inscripciones jeroglíficas, entre las que destacaban algunos cartuchos con los nombres de los faraones Osorcón II, Tacelotis II  y Sesonquis III, todos ellos pertenecientes a la Dinastía XXII libia (siglos IX-VIII a.C.). Otras de las inscripciones demuestran el uso originario de estos vasos como recipientes de vino[8] .

Figura 1 y 2: Vaso de alabastro de Sexi (Almuñécar) con inscripción de Tacelotis II

Figura 3: Vaso de Mármol del rey hicso Apofis (Almuñécar) y Figura 4: Vaso de alabastro con relieve del dios Bes, Sexi (Almuñécar)

El importante hallazgo de Almuñécar supuso el origen de una serie de hallazgos de tipo egipcio que han ido prodigándose desde entonces, y que van desde la zona de la desembocadura del Tajo en Portugal hasta el fondo del Golfo de León en el sur de Francia, pasando por las costas atlánticas y mediterráneas del sur y el este de España y del norte de Marruecos[9]. La abundancia de los hallazgos, así como de sus respectivas contextualizaciones y cronologías, han permitido estudiar con relativa precisión tanto los agentes transportadores (fenicios inicialmente y griegos sólo en su momento tardío), como las sucesivas etapas de la llegada de dichos objetos egipcios a la Península Ibérica.

Hasta el momento, los más antiguos objetos egipcios hallados en la Península Ibérica datan del siglo IX a.C. y se corresponden con los más antiguos objetos y niveles fenicios, que ha sido posible fechar en el litoral ibérico hasta ahora. Sin embargo, subsiste un interesante problema histórico, el cual parece haberse dado solución en la actualidad: se trata de la fundación de Gadir, la actual Cádiz, la más antigua, y al mismo tiempo la más lejana colonia fundada por los fenicios en occidente. La fecha que nos dan las fuentes escritas para la fundación de Gadir es el 1110 a.C.[10], pero esta fecha no ha podido ser corroborada hasta ahora por la arqueología.

La singular situación de Gadir en una pequeña isla, así como la de la actual Cádiz, en el mismo emplazamiento, explica suficientemente las dificultades de la arqueología para documentar el momento fundacional de la colonia, así como las etapas inmediatamente posteriores, teniendo en cuenta además que, en este primer momento y estas primeras etapas, habían de consistir necesariamente en una instalaciones muy precarias. Con todo, existe una prueba indirecta proporcionada por la egiptología que podría validar suficientemente la fecha tradicional de la fundación de Gadir.

En Egipto la plata había sido siempre muy escasa, tanto es así que en el célebre tesoro de Tutankhamón hallado en su tumba y fechado en la segunda mitad del siglo XIV a.C. no hay ni un solo objeto de dicho metal. De repente, en cambio, la plata hace su aparición en la tumba de Psusenes I (1039-991 a.C.), y además con sorprendente abundancia que incluye el propio sarcófago del soberano. Psusenes I pertenece a la Dinastía XXI y su tumba es la más antigua hallada hasta el momento de la necrópolis real de Tanis. Pero hay que señalar que la plata sigue estando presente en otras tumbas de la misma necrópolis, perteneciente a las Dinastías XXI y XXII, de comienzos del Tercer Período Intermedio. Ello solo puede significar que Egipto logró, a partir de ese momento en torno al año 1000 a.C., tener acceso de alguna forma a las fuentes suministradoras de este metal precioso, fuentes que hasta ese momento le habían estado vedadas. Desde el punto de vista del Profesor Josep Padró, esos agentes que se pusieron repentinamente a suministrar plata a Egipto eran los fenicios, lo cual explica, ya de paso, porqué la primera de las colonias que los fenicios fundaron fue también la más alejada de sus costas: se trataba ni más ni menos que de llegar a las fuentes suministradoras de la plata de la Península Ibérica, cuyo comercio en aquel momento estaba monopolizado por el naciente reino de Tartesos, en las costas atlánticas de Andalucía[11].

Actualmente sabemos que las rutas comerciales marítimas entre el Mediterráneo Oriental y el Occidental fueron utilizadas en la segunda mitad del II Milenio a.C. por los navegantes micénicos que, procedentes de Grecia y el mar Egeo, venían en busca de metales de Occidente, especialmente plata y estaño, muy escasos en oriente[12]. Pero el hundimiento del mundo micénico en torno al año 1200 a.C. como consecuencia de las invasiones de los llamados “Pueblos del Mar”, provocó el abandono de dichas rutas marítimas y dejó a Oriente sin suministros. No cabe duda de que los fenicios, debido a sus contactos con el mundo micénico, llegaron a conocer estas rutas y fueron los herederos del comercio de los metales de occidente. De ahí sus prisas en llegar más allá de las Columnas de Hércules y asegurarse el monopolio del comercio de los metales con Tartesos. De ahí también, no por casualidad, su más antigua fundación colonial fuese Gadir, establecimiento necesario para asegurarse dicho comercio y que por consiguiente es lógico que se fundase en torno al 1100 a.C. De ahí, por último, según la hipótesis del Profesor J. Padró, que la plata de la necrópolis de Tanis pudiera proceder de la Península Ibérica y fuera llevada a Egipto por navegantes fenicios, probablemente originarios de Tiro.

Según el Profesor J. Padró existen una serie de etapas en el proceso de colonización fenicia en el Mediterráneo Occidental, en incluso más allá del estrecho de Gibraltar. La estricta correspondencia cronológica de dichas etapas con los cambios detectados durante cada una de ellas en la llegada de metales exóticos a Egipto (plata y estaño) probarían que Egipto se había convertido en el principal cliente de los fenicios en el Próximo Oriente, y por consiguiente en el motor económico de la colonización fenicia en el Mediterráneo[13]. La primera es la que corresponde a los primeros contactos comerciales en torno al año 1000 a.C., de la que acabamos de hablar; y es también la más hipotética: a ella corresponderían, como hemos visto, la fundación de Gadir (actual Cádiz) y la llegada de plata en cantidad apreciable por primera vez a Egipto.

La segunda de estas etapas a las que se refiere el Profesor J. Padró es la que corresponde a los siglos IX y VIII a.C. y, contrariamente a la anterior, esta está ya perfectamente documentada por la arqueología. En Egipto corresponde a la Época Libia (Dinastías XXII y XXIII), época en la que precisamente hacen su aparición las primeras esculturas de bronce (aleación de cobre y estaño), lo cual demostraría que también el estaño está llegando por primera vez a Egipto en cantidades significativas; al respecto, recordemos que el estaño también procedía de las regiones atlánticas europeas (desde Galicia a Cornualles, en Inglaterra), y que también debía transitar, junto con la plata, por Tartesos. Entre dichas estatuas, de apreciable calidad técnica y artística y de considerable tamaño, recordemos la de la reina Karomama, del Museo del Louvre, la del rey Petubastis (Dinastía XXIII), de la Colección Gulbenkian de Lisboa, la de la dama Takush, del Museo Nacional de Atenas; y la de la dama Meresamón, del Museo de Berlín. A dichas obras de arte hay que añadir, también en Egipto, el hallazgo de ánforas y de otras cerámicas de tipo fenicio, que alcanzan el Alto Egipto y que en algunas ocasiones, como en Heracleópolis Magna, se han localizado precisamente en niveles arqueológicos de Época Libia[14]. Todo lo cual demuestra la profunda penetración del comercio fenicio en Egipto, remontando el Nilo e incluso el Bahr Yusef[15]. En esta época también debía existir ya una importante colonia fenicia en Menfis[16], capital del Bajo Egipto y el más importante centro metalúrgico y comercial de todo Egipto[17].

Figura 5

Figura 5: Estatua de Bronce de la reina Karomama (Dinastía XXIII)

En época libia los objetos egipcios llegaron en cantidades importantes a las ciudades fenicias del levante mediterráneo: vasos de alabastro, estatuas como las de Sesonquis I, Osorcón I y Osorcón II (Dinastía XXII) halladas en Biblo cubiertas de inscripciones fenicias, y amuletos de todo tipo[18]. Y es también en esta etapa cuando la colonización fenicia en la Península Ibérica se expande y afianza sobre toda la costa mediterránea andaluza: a los restos ya mencionados de Almuñécar, hay que añadir los restos de otros asentamientos fenicios como los del Morro de Mezquitilla y Trayamar (Algarrobo), Cerro del Mar y Cerro del Peñón (Torre del Mar) y Lagos, todos en la provincia de Málaga; en todos estos yacimientos han sido hallados objetos de tipo egipcio: vasos de alabastro y escarabeos[19]. A la vista de todos estos datos, parece evidente la correlación entre la expansión colonial fenicia en occidente y la creciente llegada de metales de importación, especialmente estaño, a Egipto.

La tercera etapa corresponde a los siglos VII y VI a.C., época de apogeo de la colonización fenicia en occidente y que coincide cronológicamente con la época Saíta (Dinastía XXVI) en Egipto. Durante la época Saíta el uso del bronce se hace habitual en Egipto, como lo demuestra la innumerable cantidad de estatuillas y exvotos manufacturados mediante esta aleación metálica que se han encontrado y que llenan los museos y colecciones egipcias de todo el mundo. Bastará recordar, a título de ejemplo, que las excavaciones del Serapeo de Menfis efectuadas a mediados del siglo XIX se hallaron miles y miles de figurillas de bronce de estas características, y que cada año las excavaciones en Egipto proporcionan nuevos ejemplares de las mismas. El bronce era, pues de uso absolutamente cotidiano, y ello va a la par con el continuo hallazgo de ánforas y otros tipos de vasos, enócoes[20] especialmente, fenicios o de imitación, no sólo hasta la primera catarata, sino incluso más al sur, hasta la alta Nubia, demostrando con ello que el Nilo era una auténtica prolongación, como vía navegable, del mar Mediterráneo hasta el mismísimo corazón de África[21].

Las relaciones del Egipto Saíta con los fenicios están perfectamente documentadas a nivel histórico, incluido el apoyo egipcio a la asediada Tiro, lo cual permitió resistir al ejército de Nabucodonosor II de Babilonia durante trece años, o a la expedición naval fenicia alrededor de África encargada por el faraón Necao I. Pero además hay que recordar que es ésta la época del máximo desarrollo de la colonización fenicia por el Mediterráneo: Malta, Sicilia, Cerdeña, norte de África con Cartago, Ibiza y la Península Ibérica. Y los establecimientos coloniales fenicios de esta época casi siempre van acompañados de la presencia de objetos egipcios.

En la actualidad, los objetos egipcios en contexto fenicio más alejados hacia el Oeste son los escarabeos de Porto do Sabugueiro (Muge, Santarém) en Portugal, en la Orilla del Tajo, y los de Lixus (Larache, Assilah) en Marruecos, en la costa atlántica junto al río Lucus[22]. Por su parte, no podemos olvidar que, aunque no en un elevado número, también encontramos algunos ejemplos de escarabeos en algunos yacimientos de Extremadura que documentan interesantes procesos de contactos comerciales y culturales desarrollados en esas tierras a lo largo de cerca de 300 años, al mismo tiempo que ayudan a comprender el papel real que pudo tener el escarabeo como uno de los elementos más característicos del comercio fenicio y orientalizante. No obstante, a pesar del escaso número de piezas, los distintos análisis aportan una interesante información sobre las características de este elemento del comercio colonial, que demuestra haber tenido una importante función socioeconómica y mágico-religiosa permitiendo de esta forma profundizar en la forma en que se produjo la aculturación de quienes los adquirían y en los cambios ideológicos ocurridos en el proceso de evolución desde la iconografía de tema sacro orientalizante a los temas heroicos propios de las elites guerreras postorientalizantres[23].

Los escarabeos de Extremadura, aunque conforman un conjunto relativamente reducido, permiten comprender el uso y la función de estas piezas tan características del comercio fenicio desde la perspectiva tartésica. Además de comprobar una vez más la inclusión de las tierras extremeñas en las corrientes comerciales del mundo tartésico como prolongación del comercio colonial fenicio, poniendo así en evidencia su significado religioso y sobre todo mágico protector y, a la vez, una función de símbolo de estatus personal y de sello o marca de propiedad fue perfectamente asimilado por quienes las usaban.

Este hecho comprueba, una vez más, que su significado era comprensible para las élites tartésicas que los adquirían, tal como evidencian los marfiles, los bronces o el rico simbolismo de la orfebrería orientalizante. En consecuencia, los cambios en el simbolismo de su iconografía revelan cambios en la mentalidad y la ideología de las elites que los usaron. Estos cambios resultan ser paralelos a los que se observan en el campo ideológico en otros ámbitos del Mediterráneo, lo que prueba una vez más la inserción del mundo tartésico en las corrientes culturales e ideológicas del Mediterráneo en la Antigüedad.

Por otro lado, particularmente abundantes son los objetos egipcios[24] hallados en la cueva-santuario de Gorham (Gibraltar), en Monte Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz), junto a la desembocadura del Guadalquivir, así como en Cádiz mismo, Almuñécar y Villaricos (Cuevas de Almanzora, Almería). Remontando la costa mediterránea, tenemos también hallazgos significativos en Valencia[25], en la Serra de Crevillent (Crevillent, Alicante), la Frontera (Guardamar del Segura, Alicante), y el Molar (San Fulgencio, Alicante), y en Cataluña, en la Palma (Tortosa, Tarragona) y Can Canyís (Banyeres del Penedés, Tarragona).

Figura 6

Figura 6: Cantimplora de Año Nuevo, Fayenza, de les Casetes (La Vila Joiosa, Alicante)

A estos hallazgos en tierra firme cabe añadir los pecios fenicios de Mazarrón I y II, datados aproximadamente en la segunda mitad del siglo VII a.C. hundidos frente a la playa de la Isla (Mazarrón). El primero de los barcos, el conocido como Mazarrón I, fue descubierto en 1988 y excavado entre 1993 y 1995 por el equipo del Museo Nacional de Arqueología Marítima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueológicas Submarinas. El pecio apareció fragmentado e incompleto, conservándose únicamente la quilla, realizada en madera de ciprés, y los restos de cuatro cuadernas, realizadas en madera de higuera; además parece ser que el interior del barco estuvo revestido con resina, seguramente para afianzar su estanqueidad. Por su parte, el segundo de los barcos fenicios, el Mazarrón II, fue excavado por el mismo equipo técnico entre 1999 y 2000, y se trata del barco más antiguo (hasta el momento conocido) y completo que se halla excavado bajo el mar, ya que este se halló prácticamente completo de manera que es posible observar perfectamente su estructura interna; pero además de la estructura del pecio, a un metro aproximadamente de la popa se halló el ancla, siendo esta la más antigua de su tipo aparecida en el Mediterráneo, prácticamente completa.

Actualmente, el barco “Mazarrón II” no se encuentra visible al estar bajo el mar, cubierto por una estructura metálica como medida de protección, y se estudia la posibilidad de extraerlo del fondo marino para su conservación o hacerlo in situ; Por el momento, la reunión de la Comisión Científica de Seguimiento del Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático ha determinado tomar medidas urgentes de protección de la embarcación que pasan por estabilizar el fondo, el propio pecio y la estructura que lo sostiene.

Por su parte, además  de los anteriores, tampoco hay que olvidar un tercer pecio de origen fenicio localizado hacia 1958 en el llamado Bajo de la Campana (Cartagena, Murcia) durante los trabajos de voladura y recuperación de chatarra procedentes de barcos modernos. La importancia de este pecio reside sin duda en su cargamento donde destacan doce colmillos de elefantes (algunos con inscripciones de caracteres fenicios) cuya materia prima probablemente se destinaba a los talleres eborarios de la Península Ibérica o del Próximo Oriente[26].

Figura 7

Figura 7: Colmillos de Elefantes con caracteres fenicios aparecidos en el Pecio del Bajo de la Campana (Murcia)

Todo este conjunto de hallazgos, tanto en tierra firme como bajo las aguas del Mediterráneo pone de total manifiesto el gran influjo colonial por parte de los comerciantes fenicios; y por supuesto la hilera prosigue hacia el Golfo de León, en el Languedoc, siendo los hallazgos más septentrionales con esta cronología los de Mailhac (Aude) y de Montlaurés (Narbona, Aude)[27]. Con todo, la suma de todos estos hallazgos enumerados no tiene parangón con los efectuados en la necrópolis del Puig des Molins (Ibiza, Baleares), donde los escarabeos y amuletos de tipo egipcio se cuentan por centenares.

Es de señalar, en todo caso, que en torno al año 600 a.C., la presencia colonial fenicia convive en todo el litoral mediterráneo peninsular con la presencia colonial griega, cuyas bases más importantes son Masalia (Marsella) y Emporion (Ampurias, Gerona). Así, nos encontramos a principios del siglo VI a.C. con una auténtica concurrencia colonial en la misma zona geográfica. Este fenómeno, detectado por la arqueología, puede explicarse satisfactoriamente con la ayuda de las fuentes escritas. En Oriente, el advenimiento de la época Saíta en Egipto coincide con el cese de la presión militar asiria sobre la ciudad fenicia de Tiro, a partir del 669 a.C. con el final del reinado de Asurbanipal[28], el cual coincide a su vez con la crisis militar que acabará poniendo fin al imperio asirio años más tarde.

La favorable coyuntura internacional explica la alianza comercial egipcio-fenicia que coincide con la expansión colonial fenicia en el Mediterráneo. Sin embargo, hacia el año 630 a.C., navegantes griegos procedentes de Samos llegaron a Tartesos donde fueron amigablemente recibidos por el rey Argantonio, lo cual implica el deterioro de las relaciones fenicias con Tartesos, la ruptura del monopolio que los fenicios mantenían con el comercio de los metales, y la necesidad por su parte de responder a esta situación mediante la búsqueda de nuevas rutas de acceso a las fuentes del estaño atlántico, ubicadas en las Islas Británicas. Estas rutas serían la del valle del Ebro, que permitía acceder de paso a las fuentes del hierro de esta zona[29], y sobre todo la del istmo aquitano, por los valles del Aude y del Garona, a la cual se accedía precisamente por el Golfo de León[30]. Pero la obertura de estas nuevas rutas, facilitada por la base que los fenicios poseían en Ebuso (Ibiza), fundada en el año 653 a.C., implicaba competir directamente con los rivales griegos que también en esta época estaban alcanzando el Golfo de León y sus aledaños hasta Emporio, procedentes de la lejana metrópoli de Focea en la Jonia, y de las costas de Italia y Córcega.

Esta es también la época de máximo apogeo de las relaciones amistosas entre Egipto y los fenicios, entre el 609 y 605, y tras la caída del Imperio Asirio, momento más probable en que Necao II pudo encargar el periplo de África a sus socios fenicios[31]. El momento favorable también coincide con el inicio de las obras del canal que debía unir el río Nilo con el mar Rojo por el Wadi Tumilat, obra también comenzada por Necao II pero que no llegó a terminar. Pero la situación internacional a partir de ese momento no dejó de complicarse.

Los asirios fueron sustituidos por los babilonios, que derrotaron a Necao II en Karkemish en el año 605 a.C. La presión militar babilónica no cesó a partir de este momento en la zona Siria, Fenicia y Palestina, culminando con la caída de Jerusalén hacia el 586 y la de Tiro en 573 a.C. a pesar de la ayuda prestada por el faraón Ápries a ambas ciudades. A la nueva situación creada, el faraón Amasis sólo pudo reaccionar apoderándose de Chipre para desviar hacia Egipto todas las rutas marítimas procedentes de Occidente, y buscándose un nuevo aliado comercial que pudiese seguir asegurándole los suministros de metales, los griegos.

Sea como sea, la intensidad del tráfico marítimo generado entre Egipto y Fenicia ha quedado puesta de manifiesto por los importantes hallazgos efectuados en la zona de Pelusio, al norte del Sinaí, siendo este lugar, en el extremo oriental del delta del Nilo y de cara a Fenicia, el equivalente en el frente marítimo mediterráneo de Egipto de lo que tiempo después será Alejandría en el extremo occidental del Delta y de cara a Grecia.

A partir del siglo VI a.C., se inicia la decadencia de la colonización fenicia en occidente; las colonias fenicias, poco a poco, irán aceptando la dirección de Cartago, que de este modo asumirá progresivamente su protección. Al mismo tiempo veremos desarrollarse la civilización griega en el Mediterráneo occidental, hasta que una nueva potencia emerge en el Próximo Oriente, el Imperio Persa, trastocó de nuevo este panorama durante la segunda mitad del siglo VI a.C., al apoderarse sucesivamente de Egipto y de las ciudades griegas de la Jonia.

El impacto colonial fenicio entre las poblaciones indígenas de occidente fue muy fuerte y duradero, tanto desde el punto de vista económico, como artístico, religioso y, más en general, cultural. La presencia constante de ánforas vinarias fenicias en todos los asentamientos prueba que la introducción del consumo de vino se encuentra en la base de los primeros contactos coloniales, impulsado por los fenicios entre los indígenas, lo cual ha sido claramente puesto de manifiesto en el hallazgo del desembarcadero de Aldovesta (Banifallet, Tarragona), junto al río Ebro[32]. Desde el punto de vista religioso, cabe destacar la presencia en el ámbito tartésico de una divinidad femenina semejante a la egipcia Hathor, en cuyos rituales, al igual que en Egipto, intervenían las libaciones de vino[33].

A ello hay que añadir el carácter egiptizante de muchas manifestaciones artísticas fenicias, debidas a la admiración que los fenicios sentían por la civilización egipcia y que impregnó fuertemente su propia civilización. A su vez, estas influencias egiptizantes llegaron también a occidente donde han podido ser claramente detectadas ya que si las influencias fenicias marcaron manifiestamente la civilización tartésica en el sur de la Península Ibérica, en la costa este y septentrional mediterránea dieron origen ni más ni menos que a la cultura ibérica. Y allí donde llegó la civilización fenicia está presente siempre el elemento religioso egipcio, no sólo en forma de escarabeos y amuletos, sino también de adaptaciones de divinidades genuinamente egipcias al mundo occidental[34], como ya la mencionada divinidad hathórica o el Bes de la isla de Ibiza, cuya estatua de culto, semejantes a las halladas en la isla de Cerdeña, se representa en las acuñaciones monetales como símbolo parlante de la misma[35]: no obstante, su nombre en púnico, Aybushim, significa precisamente “isla de Bes”.

Figura 8

Figura 8: Bronce carriazo, Cerro del Carambolo. Diosa tartésica semejante a Hathor

Por su parte, ya ha quedado dicho que el Imperio Persa trastocó fuertemente la situación de Egipto en el Mediterráneo oriental. Lo mismo cabe decir de su conquista por Alejandro Magno; Egipto entró a formar parte del mundo helenístico primero, y del romano después. Y como conclusión a todo lo dicho podemos decir que la civilización egipcia siempre estuvo abierta al tráfico marítimo, tanto por el Mediterráneo como también por el Mar Rojo ya desde la más remota antigüedad en época predinástica pasando por los Imperios antiguo, medio y nuevo; y que después de los fenicios, los griegos fueron quienes se encargaron de proseguir esas relaciones, y hemos de reconocer que la entrada de Egipto en el mundo grecorromano les hizo dar un salto cualitativo espectacular, tanto que eso ya es otro capítulo de la historia.

BIBLIOGRAFÍA

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[2] PLATÓN. “Timoteo”, 24; PLATÓN. “Criticas”, pp.112-121

[3] ESTRABÓN. “Geografía”, 15, 1, 6.

[4] Un ejemplo de ello lo encontramos por ejemplo en el mismo Museo Arqueológico Provincial de Cáceres que dispone en sus vitrinas de un sello claramente egipcio.

[5] MATTHIAE SCANDONE, G. “Scarabei egiziani del Museo Nazionale di Palermo”. Oriens Antiquus 10, 1971, pp. 21-46; MATTHIAE SCANDONE, G. “Scarabei e Scaraboidi Egiziani ed Egittizzanti del Museo Nazionale di Cagliari, Collezione di Studi Fenici”, 7, Roma, 1975; ACQUARO, E. “Amuleti Egiziani ed Egittizzanti del Museo Nazionale di Cagliari, Collezione di Studi Fenici”, 10, Roma, 1977; VERCOUTTER, J. “Les Objets Égyptiens et Égyptisants du mobilier funérarie carthaginois”, París, 1945.

[6] BAQUÉS, L. “Escarabeos egipcios de Ibiza”, Ampurias 36-37, 87-147, 1974/75; FERNÁNDEZ, J.H. y PADRÓ J. “Escarabeos del Museo Arqueológico de Ibiza”, Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza 7, Madrid, 1982; FERNÁNDEZ, J.H. y PADRÓ J. “Amuletos del tipo egipcio del Museo Arqueológico de Ibiza” Trabajos del Museo Arqueológico de Ibiza 16, Ibiza, 1986.

[7] PELLICER CATALÁN, M. “Excavaciones en la necrópolis púnica Laurita del Cerro de San Cristóbal (Almuñécar Granada)”, Excavaciones Arqueológicas en España, 17, Madrid, 1963.

[8] PADRÓ, J. “Egyptian type document from the Mediterranean littoral of the Iberian Peninsula before the Roman Conquest”. Études Préliminaires aux Religions Orientales dans l´Empire Romain, 65, Leiden, vol.1, 1980, vol.2, 1983, vol.3, 1985. En fecha posterior y fuera de contexto, si bien procedente del mismo yacimiento, se ha encontrado un vaso de mármol con una inscripción jeroglífica a nombre del rey hicso Aauserre Apofis: PADRÓ, J. “New Egyptian type document from the Mediterranean littoral of the Iberian Peninsula before the Roman Conquest”. Orientalia Monspeliensia, 8, Montpellier, 1995.

[9] PADRÓ, J. “Egyptian type document from the Mediterranean littoral of the Iberian Peninsula before the Roman Conquest”. Études Préliminaires aux Religions Orientales dans l´Empire Romain, 65, Leiden, vol.1, 1980, vol.2, 1983, vol.3, 1985; PADRÓ, J. “New Egyptian type document from the Mediterranean littoral of the Iberian Peninsula before the Roman Conquest”. Orientalia Monspeliensia, 8, Montpellier, 1995; GARCÍA MARTÍNEZ, M.A. “Documentos prerromanos de tipo egipcio de la vertiente atlántica hispano-mauritana”. Orientalia Monspeliensia, 13, Montpellier, 2001.

[10] VELEYO PATÉRCULO “Historia”, 1, 2, 4.

[11] PADRÓ, J. «La plata de Psusenes y la fecha de la fundación de Cádiz» en «Ir a buscar leña. Estudios dedicados al Prof. Jesús López, Aula Aegyptiaca-Studia 2». Barcelona, 2001, pp. 155-159.

[12] MARTIN DE LA CRUZ, J.C. «Mykenische Keramik aus Bronzezeitlichen Siedlungsschichten von Montoro am Guadalquivir». Madrider Mitteilungen 29, 1988, pp. 77-92.

[13] PADRÓ, J. «El Paper d´Egipte en el comerç dels metalls d´Occident a la Baixa Epoca». Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense 10, 1984, pp. 159-165; PADRÓ, J. «Le Role de l´Egypte dans les relations commerciales d´Orient et d´Occident au Premier Millenaire». ASAE 71, 1987, pp.213-222; PADRÓ J. i PARCERISA, J. «New Egyptian-type Documents from de Mediterranean Littoral of the Iberian Peninsula before the roman conquest». Orientalia Monspeliensia 8, Montpellier, 1995; PADRÓ, J. «Les Relations commerciales entre l´Egypte et le monde Phénico-punique», en «Le Commerce en Egypte ancienne. Colloque AIDEA, IFAO, Le Caire, 1996, BDE 121, El Cairo, 1998, pp. 41-58; PADRÓ, J. «La Presence des Pheniciens en Egypte a l´epoque libyenne» en La Vallée dy Nil et la Mediterranée, voies de communication et vecteurs culturels, Actes du Colloque 1998, Université Paul Valery, Montpellier, Orientalia Monspeliensia 12, Montpellier, 2001, pp. 127-150.

[14] PADRÓ, J. «Etudes Historico-Archeologiques sur Heracleopolis Magna. La Necropole de la muraille meridionale». Nova Studia Aegyptiaca 1, Barcelona, 1999.

[15] Bahr Yussef es un canal que conecta el río Nilo con Fayum en Egipto. En la antigüedad, era conocido como Mer-Wer. Este proyecto fue construido en la época de Amenemhat III, también conocido como Moeris

[16] HERODOTO «Historia» 2, pp. 112.

[17] SAUNERON, S. «La Manufacture d´armes de Memphis», BIFAO 54, 1954, pp. 7-12.

[18] LECLANT, J. «Les Relations entre l´Egypte et la Phenicie du voyage d´Ounamon a l´expedition d´Alexandre» en The Role of the Phoenicians in the interaction of Mediterranean Civilizations. Papers presented to the Archaeological Symposium at the American University of Beirut, 1967, Beirut, 1968, pp. 9-31.

[19] MARTIN RUIZ, J.A. «Catálogo documental de los fenicios en Andalucía, Sevilla, 1995.

[20] Enócoe, oinócoe, oinochoe u oenochoe es una jarra de vino que sirve para sacar el vino de una crátera (donde ha sido aguado) antes de servirlo. Cumple una función similar al olpe y se caracteriza por una única asa y un tamaño de 20 a 40 cm.

[21] PADRÓ, J. «La Presence des Pheniciens en Egypte a l´epoque libyenne» en La Vallée dy Nil et la Mediterranée, voies de communication et vecteurs culturels, Actes du Colloque 1998, Université Paul Valery, Montpellier, Orientalia Monspeliensia 12, Montpellier, 2001, pp. 132-135; PADRÓ, J.  Y RAMON, J. «Les Amphores pheniciennes en Egypte et le commerce du vin» en La Dependance rurale dans l´Antiquité egyptienne et procheorientale, Colloque AIDEA, Banyuls-sur-Mer, 2001, BDE 140, El Cairo, 2004, pp.77-102.

[22] GARCÍA MARTÍNEZ, M.A. “Documentos prerromanos de tipo egipcio de la vertiente atlántica hispano-mauritana”. Orientalia Monspeliensia, Volumen 1, Montpellier, 2001.  pp. 176-178 y 204-208.

[23] ALMAGRO GORBEA, M., ARROYO A., CORBI, J.F.M., MARÍN B. y TORRES, M. “Los escarabeos de Extremadura: Una lectura socio-ideológica” en Zephyrus, LXIII, enero-junio 2009, pp. 71-104

[24] PADRÓ J. i PARCERISA, J. «Egyptian type documents from the mediterranean littoral of the Iberian peninsula before the roman conquest, Etudes Preliminaires aux religions orientales dans l´Empire Romain, 65, Leiden vol. 1, 1980, vol.2, 1983 y vol.3, 1985; PADRÓ J. i PARCERISA, J. «New Egyptian-type Documents from de Mediterranean Littoral of the Iberian Peninsula before the roman conquest». Orientalia Monspeliensia 8, Montpellier, 1995; GARCÍA MARTÍNEZ, M.A. “Documentos prerromanos de tipo egipcio de la vertiente atlántica hispano-mauritana”. Orientalia Monspeliensia, Volumen 1, Montpellier, 2001.  pp. 176-178 y 204-208.

[25] GARCÍA GANDÍA, J.R. y PADRÓ, J. «Una cantimplora de fayenza egipcia procedente de la necrópolis de Les Casetes (La Vila Joiosa, Alicante). Pyrenae 33-34, 2002/03, pp. 347-364.

[26] MEDEROS MARTIN, A. y RUIZ CABRERO, L.A. “El pecio fenicio del Bajo de la Campana (Murcia, España) y el comercio del Marfil Norteafricano” en Zephyrus 57, 2004, pp. 263-281.

[27] PADRÓ J. «Egyptian type documents from the mediterranean littoral of the Iberian peninsula before the roman conquest, Etudes Preliminaires aux religions orientales dans l´Empire Romain, 65, Leiden vol.2, 1983, pp. 10-12 y 17-18.

[28] PADRÓ, J. «Le Role de l´Egypte dans les relations commerciales d´Orient et d´Occident au Premier Millenaire». ASAE 71, 1987, pp.220.

[29] FARO CARBALLA, J.A., CAÑADA PALACIO F. y UNZU URMENETA, M. «Necrópolis de El Castillo (Castejón, Navarra). Primeras Valoraciones, Campañas 2000, 2001 y 2002». Trabajos de Arqueología de Navarra, 16, 2002/03, pp. 45-47.

[30] ARTEAGA, O., PADRÓ, J. y SANMARTÍ, E. «El factor fenici a les costes catalanes i del Golf de Lió» en Els Pobles Pre-romans del Pirineu», 2, Colloqui Internacional d´Arqueologia de Puigcerdá, 1976, Puigcerdá, 1978, pp. 129-135.

[31] HERODOTO «Historia» 4, pp. 42; PADRÓ, J. “El Antiguo Egipto y el Estrecho de Gibraltar, según las fuentes clásicas”, en Actas del Congreso Internacional “El Estrecho de Gibraltar”, Ceuta, 1987, Vol.1, Madrid 1988, pp. 707-708

[32] MASCORT, M.T., SANMARTÍ, J. y SANTACANA, J. «El Jaciment Protohistoric d´Aldovesta (Benifallet) i el comerç fenici arcaic a la Catalunya meridional» Tarragona, 1991

[33] PADRÓ, J. «Consideraciones en torno a la divinidad hathorica en la Hispania  prerromana». Empuries pp. 48-50, vol.2, 1986/89, pp.172-176; PADRÓ J. i PARCERISA, J. «Hathor dans l´Hispanie pre-romaine » en Hommages a Jean Leclant, BDE, 106, vol.3, El Cairo, 1994, pp. 397-404.

[34] PADRÓ J. i PARCERISA, J. «Las divinidades egipcias en la Hispania romana y sus precedentes» en La Religión romana en Hispania (Symposio organizado por el Instituto de Arqueología  «Rodrigo Caro» del CSIC, 1979). Madrid, 1981, pp.335-352.

[35] PADRÓ, J. «El Culto a Bes en el Mediterráneo occidental» en Actas del IV Congreso Internacional de estudios fenicios y púnicos. Cádiz, 1995, Vol. 2, Cádiz, 2000, pp. 643-646.

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