Apariencia física y otras costumbres de los escitas: Mitos y realidades

Heródoto, nuestra mejor fuente de información histórica sobre los escitas, no especificó nada al respecto de su apariencia física. Pero a mitad del siglo V a.C., otro viajero y escritor que se dedicaba a la medicina, escribió muchos detalles de los escitas que encontró en su viaje por los alrededores del Cáucaso y del mar de Azov. En esta descripción, este desconocido autor afirmaba que tenían una deplorable salud.  Los consideraba bajitos, con artritis y las mujeres, en su mayoría, estériles, mientras que los hombres eran impotentes, y todo ello se traducía en una baja natalidad. Afirmaba, también, que sus cuerpos eran flácidos y sus piernas, regordetas y arqueadas por montar a caballo. Explicaba que eran de piel rojiza y las mujeres, además, repelentes y gordas. Su vida a caballo les causaba problemas vertebrales y de cadera. Este médico creía que el uso de pantalones era perjudicial para la salud y aseguraba que tenían estrés por no poder tener relaciones sexuales.

Sin embargo, esta visión del anónimo escritor del siglo V a.C., solo es una visión parcial y errónea de lo que eran en realidad estos nómadas. Y esta visión falsa ha permanecido entre nosotros hasta el siglo XX, momento en el que se desmontó el mito de pueblo enfermo y oscuro para mostrarnos otra realidad muy diferente.

En realidad, los escitas eran guerreros de gran altura, pues se han hallado en las tumbas reales individuos de 1,80 m, 1,90 m y hasta de 2 m de altura. Sin embargo, en las clases populares, debido a una peor alimentación, las tallas descienden entre 10 y 15 centímetros con respecto a las élites. Esta característica física se mantiene inalterable en todos los territorios que ocuparon los distintos pueblos escitas, desde el norte del mar Negro hasta los confines de Asia.

Hasta mediados del siglo XX se creía que eran de raza mongol, pero parece ser que las amplias áreas de Siberia estaban ocupadas por hombres de raza europea en los primeros siglos del I milenio antes de Cristo, y solo a partir del siglo IV a. C. empiezan a aparecer las características mongolas en estas zonas.

En los enterramientos de Arzán, en el corazón de Asia, con una cronología entre el siglo VIII y VII a.C, se hallaron diecisiete cuerpos, todos ellos de raza europea. Ya en los siglos posteriores, entre el V y el III a.C., empiezan a aparecer en los enterramientos Pazyryk de los montes de Altai, características mixtas que hacen presagiar la llegada de la raza mongol a la zona, aunque predominan, sin duda alguna, los tipos europeos.

Otra forma de conocer cómo eran los escitas es a través de diversos objetos que se han hallado en diferentes campañas arqueológicas y que describen de forma visual las costumbres y maneras de vida de estas tribus. En el cuenco de plata con asas hallado en Kiev en 1969 (Gaymanova mogila) se representaban seis figuras de hombres. Dos de ellos parecían viejos y hablaban de forma amigable, las cabezas vueltas, el uno hacia el otro. Sin duda son dos jefes o líderes a juzgar por sus armas, sostenidas de forma juguetona, y los dos ocupan un mismo rango de poder. Otros dos de los hombres representados parecen jóvenes guerreros en tensa discusión. Las dos últimas representaciones humanas corresponden a dos sirvientes: uno de ellos ofrece a los señores un pájaro, mientras el otro lleva en sus manos un saco o bolsa de piel, posiblemente con leche de yegua fermentada para los amos. También se puede apreciar muy bien los vestidos escitas, con largos y puntiagudos picos en sus túnicas, muy cómodos para subir y bajar de los caballos. Sus pantalones están bordados y llevan botas hasta los tobillos. Ovidio, en su tiempo exiliado de Roma, estuvo en contacto con los escitas del norte del mar Negro y dejó escrito que estos hombres siempre llevaban puestos sobre su cuerpo pieles y pantalones como protección del frío y solo era posible observar sus rostros.

BIBLIOGRAFÍA

ROLLE, R. (1989) The world of the Scythians. Capítulo 4, pp. 54-59

AUTORIA|María Rosario Mondéjar, colaboradora de Arqueogestión: Arqueología y Gestión Turística y Autora de la Novela histórica La premonición de Safeyce

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